Una cruda realidad existente hoy en Cuba es que los principales cargos de directivos de las empresas estatales, puestos en el gobierno y en todas las organizaciones estatales se encuentran ocupadas en su gran mayoría por personal no necesariamente bien preparados política y académicamente, sino que son personas, sin importarles si se cumplen o no los indicadores de producción o servicios, obedecen ciegamente a sus dirigentes superiores, allí es donde comienza la inmensa red de corrupción que jamás podrá acabar el sistema social presente en el poder porque mientras reine la necesidad y la miseria siempre van a existir personas que se aprovechen de ello sin importarle el dolor ajeno, la población y el medio ambiente. En resumen, velarán nada más por sus intereses personales, los cuales no se verán afectados mientras responda fielmente de manera ciega y comprometida a sus superiores. En otras palabras: En Cuba, a la dirección del país le es más factible poner en los cargos de dirección empresarial a los que les prometen una hipócrita fidelidad y no a las personas más capaces y mejor preparadas profesionalmente; es una manera de aplastar el intelecto compensando la mediocridad, nada más simple como ‘’el que sabe trabaja, y el que no, dirige’’, y es muy incómodo dirigir a una persona que sabe más que uno y pueda rebatir cuando nos equivoquemos en algo. La juventud cubana observando todo esto comprenden que de que vale tanto estudiar tantos años intentando alcanzar un título universitario si al final el profesional cubano mejor preparado va a recibir apenas 35 dólares mensuales como promedio, los cuales son un chiste para cualquier profesional de cualquier país del mundo, mientras los precios de los productos alimenticios, textiles, ferreterías y electrónicos en las tiendas están al nivel de un país capitalista desarrollado. La juventud comprende que es más factible la búsqueda de un puesto laboral donde se tenga acceso a recursos o servicios donde se pueda comerciar y brindar servicios ‘’ilegalmente’’ siempre dándole al jefe su parte correspondiente para que se mantenga contento y se justifique todo aquello ‘’malversado’’, por así decirlo.
top of page
bottom of page
Comments